Este texto lo publicó la revista Barcelona hace unos meses. Espero que les guste tanto como a mí.

  1. No se preocupe por el argumento, lo importante es la experimentación y dejar que los actores no estén presos de una idea.
  2. Lo marginal garpa, y si ese mundo marginal tiene alguna conexión con la represión durante la dictadura, el premio europeo está garantizado.
  3. Los actores deben mostrarse desganados, como si les pesara el trabajo de «hacer de alguien». A mayor falta de compromiso actoral, mejores críticas recibirá la «actuación».
  4. Ambientar la película en un pueblo del interior del país es muy cool, siempre que los conflictos de los personajes sean los de los habitantes de Palermo Hollywood.
  5. La trama no debe entenderse de ninguna manera para que cualquier interpretación sea válida. Es el mejor reaseguro para que los críticos «informados» y los jurados de festivales consideren a la película como «una obra maestra».
  6. Los personajes bizarros de la vida real que se interpretan a ellos mismos son ideales. La película costará dos mangos y el freakismo internacional la adorará.
  7. El título es fundamental. Psicosis sería impensable como nombre del nuevo cine, gustan más los títulos largos del tipo Los bomberos le lloran a la incandescencia, pero dicen que es sudor, o uno más hermético como Ojo de buey.
  8. Un director de Nuevo Cine Argentino debe tener muy claro su objetivo: hacer un poco de ruido para abrochar un contrato en televisión en alguna producción de Suar o Tinelli.

La familia de Sawney Bean

lunes, junio 9, 2008

Alexander Sawney Bean nació en el siglo XVI, en la región de Lothian Este, cerca de la ciudad de Edimburgo, en Escocia. Su padre era aparentemente un hombre honesto que se dedicaba al trabajo manual -sobre todo excavar canales de riego y levantar cercas-, pero Sawney tenía otras inclinaciones. Junto a una concubina se fue a vivir a una cueva en la costa de Bannane Head, cerca de Galloway. Durante veinticinco años se dedicaron a procrear a ocho hijos y seis hijas, y mediante el incesto llegaron a tener dieciocho nietos y catorce nietas. Como la cueva era de unos 200 metros de profundidad y su entrada quedaba cubierta frecuentemente por la marea, los Bean permanecieron a salvo durante mucho tiempo, dedicándose a atacar por la noche a viajeros que pasaban por la zona. Las víctimas del clan Bean eran asesinadas y llevadas a la cueva, donde sus cuerpos eran devorados por los miembros de la familia. Los restos eran generalmente arrojados al mar, y las olas solían dejarlos en playas cercanas, para horror de los pobladores.

Las sospechas de la gente cayeron sobre numerosos inocentes que habían sido los últimos en ver a los asesinados, y muchos terminaron linchados. Los vecinos de la zona jamás sospecharon que hubiera un grupo tan grande de asaltantes. No obstante, la buena racha de los Bean terminó cuando atacaron a un matrimonio; si bien la esposa murió en el combate, el marido consiguió hacerles frente exitosamente con su espada y su pistola, y logró mantenerlos a raya hasta que apareció un grupo de viajantes y los Beans debieron huír.

Habiendo sido revelada su existencia al mundo, no pasó mucho tiempo hasta que el propio rey de Escocia, James VI (que luego sería rey de Inglaterra con el nombre de James I) tomase cartas en el asunto y encabezase una partida de cuatrocientos hombres que logró localizar la cueva del clan Bean, un lugar repleto de extremidades humanas. Los 48 miembros de la familia fueron capturados vivos y llevados primero a Edimburgo y luego a Glasgow, donde fueron ejecutados sin juicio. A los hombres se les cortaron las manos, pies y genitales y se los dejó desangrarse hasta la muerte. A las mujeres se las hizo ver el suplicio de los varones y luego se las quemó vivas. Si bien las crónicas no hablan de la edad de los Bean, si uno toma en cuenta que estuvieron «apenas» 25 años escondidos en la cueva, es más que probable que entre los ejecutados haya habido niños.

En el cercano pueblo de Girvan hay una leyenda que habla de una mujer, hija mayor de Sawney, que abandonó la cueva y se instaló en aquella localidad, siendo aparentemente una ciudadana muy respetada. No obstante, cuando se descubrió la existencia del clan Bean, los aldeanos se enteraron de que la mujer era parte de la infame familia y la ahorcaron en un árbol que ella misma había plantado. La leyenda afirma que quien se para debajo de aquella planta, conocida como el Árbol Peludo, puede escuchar el sonido del cuerpo de la hija de Sawney Bean balanceándose. Desdichadamente se desconoce la ubicación del Árbol Peludo, aunque actualmente se están llevando a cabo dos investigaciones para descubrirla y así atraer más turistas a Girvan.

Hay muchísimas dudas sobre la veracidad de la existencia del clan Bean. La cantidad de víctimas varía (hay versiones que hablan de mil personas), así como el momento en que realmente ocurrió la historia (se habla de que los Bean habrían vivido mucho antes de la época de James VI; incluso se los ubica en tiempos de Robert Bruce, en el siglo XIV). Sin embargo eso no impidió que el director Wes Craven se inspirase en ellos para crear en 1977 la película The hills have eyes, en la cual la familia incestuosa y caníbal habita en el desierto de Nuevo México.

La remake del film realizada en 2006 fue estrenada en América Latina con el inexplicable título de El despertar del Diablo, y añade el factor nuclear a la ecuación (la familia está compuesta por mutantes afectados por pruebas atómicas realizadas décadas antes en el desierto). El viernes pude ver la secuela de la remake, en la cual los mutantes se enfrentan a tropas de la Guardia Nacional estadounidense, y donde por cierto no está ausente el mensaje político: entre ellos hay un recluta, típico progre pacifista de clase media, que termina convirtiéndose en un guerrero feroz a medida que van cayendo sus compañeros de armas. También supe que hay una novela gráfica (o sea una historieta pero con más ínfulas) que funciona como una suerte de precuela de la remake, y en la que se explicita que los mutantes son descendientes de Sawney Bean que consiguieron escapar a la masacre y se instalaron en Nuevo México buscando oro.

Perlitas de la blogósfera XXXI

domingo, May 18, 2008

Diario de los muertos (2007)

sábado, May 17, 2008

El jueves a la noche fui a ver la última película de zombies de George Romero. Casi siempre, después de ver una película, corro a Internet a leer críticas sobre ella y luego trato de formar mi propia opinión. La verdad es que en este caso mi punto de vista difiere en mucho de los de los demás. Casi todos consideran que Diario de los muertos es muy inferior a sus «hermanas mayores» -me encanta usar ese término en el terreno cinematográfico-, las legendarias La noche de los muertos vivientes (1968), El amanecer de los muertos (1978), El día de los muertos (1985) y la más reciente Tierra de los muertos (2005).

Pues bien, yo no vi La noche de los muertos vivientes ni El amanecer de los muertos -sí vi las remakes que hicieron de ambos films en 1990 y 2004-, pero de lo que estoy seguro es que Diario de los muertos es muchísimo mejor que El día de los muertos y Tierra de los muertos. Aplicar la técnica de cámara en mano a una película de zombies es verdaderamente innovador, a pesar de que muchos lo desdeñaron como una mera copia de The Blair Witch Project y Cloverfield.

Diario de los muertos consiste en lo que podríamos llamar una película dentro de otra película. Un grupo de estudiantes de cine filmando una película de terror de muy bajo presupuesto en el medio del bosque, cerca del campus de su universidad, se enteran de que en todo EUA los muertos están volviendo a la vida. Aterrados, los chicos quieren volver a sus respectivos hogares, pero Jason, el director de la película, decide emprender un nuevo proyecto: filmar todo lo que está ocurriendo y convertirlo en un documental, La muerte de la muerte.

Así, Diario de los muertos nos ofrece un único punto de vista, el de este grupo de estudiantes. Incluso cuando vemos filmaciones de otras personas, se trata de videos descargados de Internet, seleccionados y editados por Jason y su equipo. O sea, ellos elijen qué mostrarnos y qué no. Se trata de una subjetividad deliberada que emparenta a la criatura de Romero con Puntos de vista (el propio Romero las comparó en un reportaje hace poco). Hay momentos antológicos, como la cuando se encuentran con el amish sordo o con un grupo paramilitar negro, o las escenas del profesor borracho que viaja con ellos.

Otra cosa interesante de Diario de los muertos es que el viejo maestro reafirma todas las reglas del universo que él creó hace cuarenta años y que siente que han venido siendo «violadas» por otros directores. O sea:

  1. Por un fenómeno desconocido, todas las personas que mueren regresan a la vida como zombies (aunque en la película no se los denomina con ese término sino sencillamente «muertos»). No hay ningún virus ni nada por el estilo. Uno no precisa haber sido mordido por un zombie para convertirse en uno, basta con morir de cualquier forma que no sea un disparo en la cabeza.
  2. La única forma en que un zombie muere -y permanece muerto- es destruyendo su cerebro, ya sea con balas, flechas, clavándole algún objeto afilado o echándoles ácido (todas estas variantes se producen a lo largo del film).
  3. Los zombies no corren (a diferencia de los de 28 days/weeks later y de la remake de El amanecer de los muertos), sino que se mueven con gran lentitud y «solamente» son peligrosos cuando se juntan en grandes números y/o cuando atacan por sorpresa y/o en lugares cerrados.

Un argumento curioso que leí varias veces de parte de gente que quería descalificar Diario de los muertos es que Romero filmó esta quinta parte de su «Saga de los Muertos» por motivos puramente comerciales. Lo cierto es que comparando Diario de los muertos con su inmediata predecesora, Tierra de los muertos, uno no puede evitar llegar a la conclusión de que esta última película es la menos comercial de las dos. Tierra de los muertos, según nos informa Santa Wikipedia, costó 16 millones de dólares y estaba protagonizada por actores conocidos como Dennis Hopper, John Leguizamo y Asia Argento. Diario de los muertos costó «apenas» 2 millones y sus protagonistas son actores jovenes y sin demasiada experiencia previa; al único que reconocí de un film anterior es al que hace de Jason, que también hizo del novio de Emily Rose en -valga la redundancia- El exorcismo de Emily Rose.

Así que a pesar de todo lo que he leído, opino que Diario de los muertos merece un 9,50.

Perlitas de la blogósfera XXX

domingo, May 11, 2008

Ayer vi Southland Tales, la segunda película de Richard Kelly, el director de Donnie Darko. Ahora bien, yo no he tenido ocasión de ver Donnie Darko, pero si es igual en calidad a su «hermana menor», entonces puedo prescindir de esa experiencia. No voy a perder el tiempo dandole palos en este post, solo voy a decir que Southland Tales merece el título con el que la estrenaron en nuestro país: Las horas perdidas.

Pero, nobleza obliga, también tengo que decir que hay un número musical en Southland Tales que está bastante bueno y por eso lo posteo acá hoy.

Sin lugar para los débiles (2007)

martes, abril 29, 2008

Creo que esta es la primera vez que escribo acá acerca de una película que no me gustó. Sin lugar para los débiles, la última criatura de los hermanos Cohen, protagonizada por Javier Bardem, Tommy Lee Jones y John Brolin, trascurre en 1980 y cuenta la historia de Llewelyn Moss (Brolin), un cazador de antílopes -¿alguien puede explicarme cómo es que hay antílopes en EUA?- que encuentra un maletín con dos millones de dólares, resultado de una compra de drogas que acabó en tiroteo. Un fallido acto de clemencia hace que los dueños del dinero se enteren de que él lo tiene y manden a un asesino a sueldo bastante psicópata llamado Anton Chigurh (Bardem) a recuperar el maletín. Detrás de los pasos de Chigurh y Moss anda Ed Bell (Jones), el sheriff local.

Quizá no sea correcto decir que la pelícua no me gustó; en realidad no me gustó del todo. Hay algunos buenos diálogos, los tiroteos son brillantes, el aparatito ese que usa Chigurh para abrir cerraduras y para asesinar a una de sus víctimas es ingenioso y en la última escena hubo un pequeño detalle que me agradó… Pero los personajes son huecos. Nunca queda claro qué es lo que los mueve. Moss primero parece querer quedarse con el dinero, luego se deshace de él y luego parece querer luchar contra Chigurh por una cuestión más personal que de intereses. Chigurh está loco pero (supuestamente) tiene valores, valores que no le impiden eventualmente traicionar a sus jefes. Y Bell no hace más intentar en vano descubrir qué pasa exactamente en sus pagos, y extrañar «los viejos tiempos» en que los sheriffs ni siquiera tenían que llevar pistola. Lo cierto es que cuando llegó la última línea -«Y luego me desperté»- y vinieron los créditos, me alegré de irme de la sala. Así que le pongo un 6, y me considero muuuuy generoso.

Perlitas de la blogósfera XXIV

domingo, marzo 30, 2008

Perlitas de la blogósfera XXII

domingo, marzo 16, 2008

Promesas del Este (2007)

viernes, marzo 14, 2008

 

Yo tengo que confesar que no soy un buen conocedor de la fimografía de David Cronenberg. La única película suya que vi aparte de Promesas del Este es Una historia violenta. No obstante, esas dos películas han bastado para convencerme de que Cronenberg y Viggo Mortensen son una dupla imbatible.

Las dos películas se basan en la premisa de un contacto -choque- entre el mundo de la «gente decente» y el mundo del crimen (representado en la primer película por la mafia irlandesa en EUA y en la segunda por la mafia rusa en Gran Bretaña). Pero mientras en Una historia violenta la trama giraba en torno a un hombre que era arrastrado de un mundo hacia el otro, en Promesas del Este la protagonista elige voluntariamente mezclarse con los criminales.

Anna (Naomi Watts) es una partera que atiende a Tatiana, una chica rusa de catorce años. La joven muere dando a luz una hija, y la única pista sobre su identidad es un diario escrito en ruso. A partir de entonces Anna hace lo posible por averiguar la verdad sobre Tatiana y acaba por involucrarse en las luchas de poder en el seno de la mafia rusa en Londres. En el camino se topa con el enigmatico Nikolai (Mortensen), un chofer amigo íntimo del hijo del jefe de una de las principales «familias», cuya estrella está en ascenso y cuya actitud hacia la irrupción de Anna es muy ambigua.

Como en su predecesora, aquí la violencia -algo hacia lo que Cronenberg parece sentir fascinación- ocupa un lugar central. En ningún momento aparecen armas de fuego; todos los asesinatos se realizan con cuchillos. Hay un auténtico crescendo de violencia que culmina en la antológica escena del baño turco. Y a diferencia de lo que sucede en Una historia violenta, aquí el final no deja ningún resquicio de redención para el personaje de Mortensen.

Calificación: 9