Lock out for dummies

viernes, May 30, 2008

Gracias a Diego, me encontré con este genial texto del blog Un día peronista, titulado Suponéte. Realmente explica el conflicto del kirchnerismo con los empresarios rurales en forma didáctica y entretenida. Se los recomiendo.

Canarias

sábado, May 24, 2008

Hoy me encontré con una noticia curiosa: parece ser que el equivalente al INDEC de las islas Canarias y la organización Cáritas también han tenido disputas por las estadísticas de pobreza. ¡Qué larga es la mano del Napia!

En Página/12 yo generalmente suelo limitarme a leer los artículos de Verbitsky, Sandra Russo, Mario de Palermo, Feinmann, Aliverti y no muchos más. Pero de vez en cuando suelen invitar a muy buenos columnistas, como Pino Solanas y, ayer, Mario Rapoport, un gran historiador-economista.

Rapoport nos presenta un artículo titulado Un pasado de retenciones, que consiste en un pormenorizado repaso de los últimos cincuenta años de política agropecuaria, relatándonos medidas perjudiciales a los intereses de los empresarios rurales tomadas por prácticamente todos los gobiernos que se sucedieron desde 1955 hasta la fecha, y las distintas reacciones de las organizaciones del campo ante las mismas.

En el último medio siglo que vivió el país, bajo gobiernos civiles y militares, se aplicaron una y otra vez retenciones a las exportaciones agropecuarias que dieron lugar a reacciones de un tenor diferente por parte de las principales entidades rurales. Es cierto que esos impuestos fueron acompañados por devaluaciones y los porcentajes eran menores, pero también lo eran los precios internacionales.

Para empezar, durante la «Revolución Libertadora», mediante un decreto de octubre de 1955, y acompañando una fuerte devaluación, se establecieron retenciones de hasta el 25% del valor exportado, existiendo una amplia lista de productos involucrados. De nuevo, en diciembre de 1958, bajo el gobierno de Frondizi, se volvió a fijar retenciones para los principales productos agrícolas y ganaderos del orden del 10 al 20% del valor de las exportaciones. En este caso, ya en agosto de ese año se había desdoblado el tipo de cambio y los exportadores de carnes y productos vacunos debían liquidar el producido de sus ventas al exterior en un 65% al tipo de cambio único y en un 35% al tipo de cambio libre, que era mucho mayor, por lo que las divisas que obtenían se veían igualmente mermadas. Además, en enero de 1959 se fijó un impuesto adicional del 15% a las exportaciones de trigo y otros cereales. Debemos recordar que la mayor parte de estas medidas siguieron rigiendo bajo el ministerio de Alvaro Alsogaray, entre junio del ’59 y abril del ’61. En su Memoria Anual de 1961 la Sociedad Rural las criticaba señalando que eran la «demostración evidente de un tratamiento discriminatorio» y la Memoria de 1962 decía abiertamente: «Para incrementar las exportaciones debe reducirse la influencia de los dos factores que las disminuyeron en los últimos veinte años: el consumo interno y las medidas de gobierno que despojaron al campo en beneficio de una industrialización forzada llevada a cabo en forma inorgánica».

Durante la presidencia de Arturo Illia, además de fijarse controles sobre la exportación, por un decreto del 19 de abril de 1965 se puso en vigencia una retención del 13% al valor exportado del trigo, del 9,5% al de las carnes y del 6,5% al del maíz, a pesar de que la SRA en su Memoria de 1963 ya señalaba que esos impuestos constituían «un elemento regresivo para incrementar la producción rural». Pero la más resonante medida en este sentido la iba a tomar bajo la dictadura de Onganía un economista del establishment, Aldalbert Krieger Vasena, como parte de su plan económico lanzado en marzo de 1967. Krieger realizó una devaluación del 40% del tipo de cambio, al tiempo que estableció un derecho de exportación para los principales productos agropecuarios de un 20 a un 25%. Como afirman Mallon y Sourrouille, fue el primer intento de una devaluación casi plenamente compensada. Junto a una rebaja de cerca del 50% de los derechos de importación se impusieron fuertes retenciones a las exportaciones tradicionales, una forma de «compensar la mayor parte de los efectos de la devaluación sobre los precios internos». En este caso, en respuesta a las declaraciones públicas del ministro denunciando presiones para que esa medida se revea, la Memoria de la Sociedad Rural de 1968 replicaba con cierta prudencia: «Cuando la SRA, convencida de que una justa política de ingresos requiere la eliminación de los impuestos a la exportación ha expresado sus puntos de vista, que podrán ser o no compartidos, lo ha hecho en un tono mesurado, (…) de ninguna manera ha ejercitado o pretendido ejercitar ‘presiones'».

Nuevamente, en 1970 y 1971, en forma conjunta la SRA, la FAA, Coninagro y CRA coincidieron en protestar ante los poderes públicos por la vigencia de las retenciones. Pero la respuesta del gobierno militar, en el breve interregno de Levingston y luego con Lanusse, se reveló sorda a esos reclamos. El 16 de noviembre de 1971 se impusieron derechos de exportación de un 11% a aquellos productos que estaban exentos y se aumentaron las retenciones a los que pagaban más de un 20%. Más tarde, el 22 de febrero de 1972, el Poder Ejecutivo fijó derechos especiales móviles a la exportación, con un tope del 15% del valor exportado, a fin de evitar, entre otras cosas, un aumento de los precios internos, y en noviembre de ese año se prohibió la exportación de ganado vacuno en pie para mejorar el abastecimiento de la población. Finalmente, la última dictadura militar, en el ministerio de Roberto Alemann, impuso de nuevo retenciones a la exportación -que habían sido suprimidas- antes aun de la guerra de Malvinas, retenciones que luego fueron aumentadas cuando estalló el conflicto. La Memoria de la SRA de 1982 expresó en esa circunstancia una aceptación condicionada: las retenciones «no entran dentro de nuestra filosofía, pero en el momento difícil que vive el país las aceptamos aunque no compartamos la idea de su conveniencia».

No obstante, en ninguno de esos episodios tuvieron lugar «paros» agropecuarios. Estos sólo se realizaron con los gobiernos de Isabel Perón y Raúl Alfonsín. En el primer caso, sobre todo, partir de la creación, en agosto de 1975, de una nueva organización empresaria, la Asamblea Permanente de Entidades Gremiales Empresarias (APEGE) con propósitos abiertamente golpistas. En ella se congregaron los miembros de las agrupaciones empresariales más importantes. En sus declaraciones la APEGE criticaba duramente el Pacto Social y responsabilizaba a la CGE y a la CGT de la crisis, al tiempo que llamaba a responder a las amenazas planteadas por el «desmedido avance sindical». En octubre y noviembre de 1975 se organizaron lockouts ganaderos, que hicieron escalar el precio de la carne. La práctica se repetiría en febrero de 1976, en forma aún más extensa, abarcando a todo el sector y con expresos objetivos de desestabilización, que se concretaron con el golpe militar del 24 de marzo de ese año.

Este tipo de medidas de fuerza se repitieron durante el gobierno de Alfonsín, en 1987, como respuesta a las retenciones mismas, y en 1988, como consecuencia de un desdoblamiento cambiario. Los presidentes de las organizaciones agropecuarias más importantes del país -la SRA, la Confederación de Productores, la Federación Agraria y Coninagro- coincidieron en que esa política era «confusa y lamentable». «Nos obligan a rechazarlo en todos sus términos», decía el representante de una de esas entidades. Los productores agropecuarios advertían que la liquidación de sus exportaciones según el tipo de cambio llamado comercial -que se cotizaba un 20% menos que el denominado financiero- era un «impuesto encubierto». En esta ocasión también esas acciones contribuyeron a acelerar la caída del gobierno y Alfonsín tuvo que traspasar el mando, en medio de una galopante hiperinflación, antes de terminar su mandato.

Por el contrario, con Martínez de Hoz y un peso notoriamente sobrevaluado, se perjudicó al campo sin fuertes reclamos por parte de las entidades rurales. Y hacia el fin de la vigencia de la convertibilidad, cuando ya se estaba verificando la forma en que esa política afectaba no sólo la rentabilidad sino incluso la supervivencia de las explotaciones agropecuarias, Enrique Crotto, presidente de la SRA, la defendió repetidas veces. Aunque el mismo Crotto, en momentos en que se intentaba salir de la crisis, en su discurso en la Exposición Rural de 2002, criticó la aplicación de nuevas retenciones al agro.

Como vemos, la problemática de las retenciones tiene una larga historia en las relaciones entre el campo y gobiernos de muy distinto origen e ideologías, que trasciende el conflicto actual y que en ocasiones tomó nítidamente un carácter político que en otras no tuvo. De cualquier modo, si como dice el viejo lema de la SRA «cultivar el suelo es servir a la patria», se trataría de una patria especial, donde el excedente del sector no tiene que ver con las políticas públicas ni con una distribución más equitativa de las riquezas del país.

Sin embargo, la historia nos muestra también el otro lado de la moneda. Para los intereses rurales la intervención del Estado puede justificarse si en vez de excedentes se tienen pérdidas, como ocurrió en la década de 1930. Entonces, para paliar la crisis que vivía el sector por la baja de los precios internacionales de sus productos, los gobiernos conservadores de aquellos años crearon las Juntas Reguladoras de Granos y de Carnes, que tenían por finalidad compensar esas pérdidas. En este caso se invertían los términos: era «la patria» la que ayudaba a los que cultivaban el suelo. La taba no cae siempre del mismo lado y el campo, o más bien la parte del campo que representan las entidades rurales, debería recordarlo.

Perlitas de la blogósfera XXXI

domingo, May 18, 2008

Diario de los muertos (2007)

sábado, May 17, 2008

El jueves a la noche fui a ver la última película de zombies de George Romero. Casi siempre, después de ver una película, corro a Internet a leer críticas sobre ella y luego trato de formar mi propia opinión. La verdad es que en este caso mi punto de vista difiere en mucho de los de los demás. Casi todos consideran que Diario de los muertos es muy inferior a sus «hermanas mayores» -me encanta usar ese término en el terreno cinematográfico-, las legendarias La noche de los muertos vivientes (1968), El amanecer de los muertos (1978), El día de los muertos (1985) y la más reciente Tierra de los muertos (2005).

Pues bien, yo no vi La noche de los muertos vivientes ni El amanecer de los muertos -sí vi las remakes que hicieron de ambos films en 1990 y 2004-, pero de lo que estoy seguro es que Diario de los muertos es muchísimo mejor que El día de los muertos y Tierra de los muertos. Aplicar la técnica de cámara en mano a una película de zombies es verdaderamente innovador, a pesar de que muchos lo desdeñaron como una mera copia de The Blair Witch Project y Cloverfield.

Diario de los muertos consiste en lo que podríamos llamar una película dentro de otra película. Un grupo de estudiantes de cine filmando una película de terror de muy bajo presupuesto en el medio del bosque, cerca del campus de su universidad, se enteran de que en todo EUA los muertos están volviendo a la vida. Aterrados, los chicos quieren volver a sus respectivos hogares, pero Jason, el director de la película, decide emprender un nuevo proyecto: filmar todo lo que está ocurriendo y convertirlo en un documental, La muerte de la muerte.

Así, Diario de los muertos nos ofrece un único punto de vista, el de este grupo de estudiantes. Incluso cuando vemos filmaciones de otras personas, se trata de videos descargados de Internet, seleccionados y editados por Jason y su equipo. O sea, ellos elijen qué mostrarnos y qué no. Se trata de una subjetividad deliberada que emparenta a la criatura de Romero con Puntos de vista (el propio Romero las comparó en un reportaje hace poco). Hay momentos antológicos, como la cuando se encuentran con el amish sordo o con un grupo paramilitar negro, o las escenas del profesor borracho que viaja con ellos.

Otra cosa interesante de Diario de los muertos es que el viejo maestro reafirma todas las reglas del universo que él creó hace cuarenta años y que siente que han venido siendo «violadas» por otros directores. O sea:

  1. Por un fenómeno desconocido, todas las personas que mueren regresan a la vida como zombies (aunque en la película no se los denomina con ese término sino sencillamente «muertos»). No hay ningún virus ni nada por el estilo. Uno no precisa haber sido mordido por un zombie para convertirse en uno, basta con morir de cualquier forma que no sea un disparo en la cabeza.
  2. La única forma en que un zombie muere -y permanece muerto- es destruyendo su cerebro, ya sea con balas, flechas, clavándole algún objeto afilado o echándoles ácido (todas estas variantes se producen a lo largo del film).
  3. Los zombies no corren (a diferencia de los de 28 days/weeks later y de la remake de El amanecer de los muertos), sino que se mueven con gran lentitud y «solamente» son peligrosos cuando se juntan en grandes números y/o cuando atacan por sorpresa y/o en lugares cerrados.

Un argumento curioso que leí varias veces de parte de gente que quería descalificar Diario de los muertos es que Romero filmó esta quinta parte de su «Saga de los Muertos» por motivos puramente comerciales. Lo cierto es que comparando Diario de los muertos con su inmediata predecesora, Tierra de los muertos, uno no puede evitar llegar a la conclusión de que esta última película es la menos comercial de las dos. Tierra de los muertos, según nos informa Santa Wikipedia, costó 16 millones de dólares y estaba protagonizada por actores conocidos como Dennis Hopper, John Leguizamo y Asia Argento. Diario de los muertos costó «apenas» 2 millones y sus protagonistas son actores jovenes y sin demasiada experiencia previa; al único que reconocí de un film anterior es al que hace de Jason, que también hizo del novio de Emily Rose en -valga la redundancia- El exorcismo de Emily Rose.

Así que a pesar de todo lo que he leído, opino que Diario de los muertos merece un 9,50.

Acabo de volver del cine (después de ver Diario de los muertos, de George Romero, una gran película que tal vez reseñe en estos días) y antes de acostarme veo la siguiente noticia en Perfíl.com: Lilita Carrió logró descubrir el motivo por el cual los argentinos estamos padeciendo el flagelo de la inflación. Aparentemente la economía está perfecta, y las causas del fenómeno inflacionario son el «exceso de poder y de corrupción». O sea -y esta es una interpretación mía- que los que aumentan los precios no actúan por codicia, sino como una forma de protestar contra la corrupción y el autoritarismo kirchnerista. Qué bueno, ahora puedo dormir tranquilo.

La silla vacía del ’89

jueves, May 15, 2008

Gracias al Escriba, me vine a enterar de que Neustadt tiene un flamante website, en donde se pueden encontrar cosas de antología, como notas suyas en distintos medios que van -con interrupciones- desde 1960 hasta la actualidad, y dieciséis videos de YouTube. Si no supiese que todo esto debe estar muuuuy editado, diría que es una joyita para cualquier historiador. No obstante, hay que decir que gracias a esa recopilación pude ver por primera vez con mis propios ojos más o menos cómo fue lo de la famosa «silla vacía» del debate trunco entre Menem y Angeloz en 1989 (en esa época yo debía andar por los 3 años de edad).

Eumolpo y Erecteo

miércoles, May 14, 2008

Cuando el rey Pandión de Atenas se enteró de los trágicos finales de sus hermanas Procne y Filomela y de su sobrino Itis, murió de pena y fue sucedido por su hijo Erecteo.

Ahora bien, una de las hijas que Erecteo había tenido con su esposa Praxítea se llamaba Oritia y era muy hermosa. Un día ella estaba bailando junto al río Iliso cuando Bóreas, el dios del Viento del Norte, apareció envuelto en un manto de nubes negras, la violó y la raptó, llevándosela a Tracia. Allí tuvieron dos hijos, Calais y Zetes (que si no me equivoco formaron parte más tarde de la expedición de los argonautas a Cólquide), y dos hijas llamadas Cleopatra y Quíone.

Un tiempo después, el dios Poseidón se enamoró de Quíone, se acostó con ella y la dejó embarazada, pero la muchacha, temiendo irritar a su padre, arrojó al bebé al mar. El niño, llamado Eumolpo, fue salvado y enviado a Etiopía por Poseidón. Eumolpo se crió en la casa de Bentesicime, hija de Poseidón y de su esposa Anfitrite. Cuando llegó a la mayoría de edad, su hermanastra lo casó con una de sus hijas, pero Eumolpo tuvo un romance con otra de ellas, de modo que Bentesicime lo desterró a Tracia. El rey de aquel país, Tegirio, le dio refugio en su corte, pero Eumolpo conspiró sin éxito para destronarlo y tuvo que huir a Eleusis.

Allí, Eumolpo se enmendó por completo y se convirtió en un hombre más virtuoso (o al menos aprendió a disimular mejor sus vicios). Fue ordenado sacerdote de los Misterios de las diosas Perséfone y Demeter, y su piedad llegó a conmover al propio Tegirio, quien lo perdonó por su traición y le legó el trono.

Años más tarde, estalló una guerra entre Atenas y Eleusis, y Eumolpo, en parte por agradecimiento a los eleusinos y en parte por ambición, dirigió sus ejércitos para atacar la ciudad de su bisabuelo Erecteo. Eumolpo deseaba conquistar el trono ateniense y ser así rey de Atenas y de Tracia. Alarmado, Erecteo consultó a un oráculo, quien le dijo que si deseaba vencer a Eumolpo tendría que sacrificar a su hija Otionia a Atenea. La princesa aceptó sacrificar su vida en pos de la victoria de su padre y fue inmolada; posteriormente otras dos hijas de Erecteo llamadas Pandora y Protogenia se suicidaron, ya que habían jurado que si una de ellas tres moría violentamente, las otras dos morirían también.

En la batalla que siguió Erecteo derrotó y asesinó a Eumolpo. Indignado, Poseidón hizo que su hermano Zeus vengase a su hijo matando a Erecteo con un rayo. La corona ateniense pasó a Cécrope, quien según algunas versiones era hijo y según otras hermano de Erecteo. La ciudad de Eleusis se convirtió en vasalla de Atenas en todo salvo en el manejo de sus célebres Misterios. El hijo menor de Eumolpo, Cérice, lo sucedió como sacerdote y sus descendientes heredaron aquel sacerdosio durante varias generaciones más.

No la entiendo

lunes, May 12, 2008

¿Después de comparar al matrimonio Kirchner con Nicolas y Elena Ceaucescu, a Néstor Kirchner con Adolf Hitler y a CFK con Isabel Martínez de Perón, ahora sale con esto? ¿Qué pasa, se tomó la pastilla azul en vez de la pastilla roja antes de hablar con los medios? ¿O por fin recuperó alguna cuota de cordura?

Perlitas de la blogósfera XXX

domingo, May 11, 2008